Confesar o desmentir nuestra creencia en Jesús frente a Dios es un tema muy importante en la vida cristiana. Debemos estar preparados para confrontar el rechazo y la persecución cuando predicamos el evangelio, pero aún debemos ser firmes en nuestra Convicción y no renunciar a Él frente a el rechazo de las personas.

Los textos bíblicos nos brindan una enseñanza profunda sobre el sufrimiento de Cristo. En ellos podemos encontrar varias lecciones que podemos aplicar a nuestras propias vidas.

Esto significa que debemos ser firmes en nuestra Convicción y no renunciar a ella en presencia de el rechazo de las personas.

La Palabra de Dios es transformadora y está llena de poder. Veamos algunas de las frases bíblicas más conocidas y aprendamos a usarlas para acercarnos a.

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A pesar de las dificultades y los obstáculos, se nos instruye a seguir adelante con la comisión que nos ha sido encomendada: predicar el mensaje del reino de Dios en todas partes.

Una de las lecciones más difíciles que nos da Jesús en Mateo 10:21 es la posibilidad de traición y odio incluso en nuestras propias familias.

Pedro parece someterse a afirmar que Jesús es el Cristo, el MesíCampeón. Algún padre de la Iglesia ha explicado que esa sobriedad demostrada en este Evangelio de san Marcos es porque él Bancal el intérprete de Pedro y qué seguramente querría omitir todo lo que pudiera aparecer como una propia alabanza.

Él les advierte de que serán vistos como ovejas entre lobos y deben ser astutos como serpientes, pero sinceros como palomas.

En Mateo 10:28, Jesús dice: «No temas a aquellos que matan el cuerpo, sino a quien tiene poder para arrojar al abismo. No es de más valor un cabellito de tu cabecera delante Dios». Esto nos enseña que no debemos tener miedo a los seres humanos que pueden matar nuestro cuerpo, read more sino temer a Dios y su pleito imperecedero.

Y la esperanza no decidirá defraudada, porque el inclinación de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido cubo.

Es la escuela de esos momentos de la vida de los que no podemos escapar, momentos que podemos dictaminar inaperos, desperdiciados, y que en cambio nos permiten crecer.

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Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su inclinación en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha cubo.